viernes, 20 de enero de 2012

"Antes odiado que ignorado..

Antes temido que respetado.
Antes derribar que derribado."

Así rezaba el estandarte.


Comía con las manos llenas de grasa mientras, a su espalda, su lugarteniente escuchaba a duras penas las órdenes que éste le dictaba con la boca llena de comida.

Tenía pensado arrasar por completo el pequeño pueblo minero que llevaban días avasallando y en el que asesinaban a todo aquel que ofrecía un mínimo de resistencia. Su segundo al mando sólo conseguía pronunciar un escueto -¡Sí, señor!- cada vez que su comandante hacía una pausa para beber, mientras tanto, el lugarteniente escuchaba más el ruido al deglutir de su amo que las órdenes en sí.

Fuera de la tienda de campaña del comandante, el jolgorio y la algarabía de los mercenarios borrachos llenaba por completo el ambiente. El escándalo era ensordecedor. Mientras unos comían y bebían hasta caer al suelo, otros se divertían lanzando flechas a los perros que osaban pasar por delante de ellos o propasándose con las mujeres que se cruzaban, muchas de las cuales eran violadas ante la mirada de los hombre del pueblo que no hacían nada por temor a morir linchados como muchos otros.

Un tremendo trueno se escuchó en el exterior. Dos truenos. Varios truenos más. Todos ensordecedores.
Cuando estas tremendos aullidos del cielo cesaron, el comandante Kronh siguió dando órdenes y riendo a carcajadas. Sin embargo, se inquietó. No oyó el martilleante "Sí, señor" que estaba acostumbrado a oír. Se inquietó aún más cuando se dió cuenta que todo ruido del exterior había callado. Sólo se escuchaba... el silencio. Sin más. Despacio, separó la copa dorada de sus labios y la bajó lentamente. Pudo ver una figura extraña y borrosa en el reflejo. Ésta se situaba a su espalda.
Una silueta.. como digo.. muy extraña.

Se dió la vuelta lentamente, mientras echaba mano a la empuñadura de su espada.
Vió a un ser encapuchado con una gran túnica grisácea. Debía medir más de dos metros y medio. Estaba agachado con una de sus rodillas hincada en el suelo. Una de sus grandes manos descansaba en la otra rodilla mientras, con la otra mano, cerraba los ojos del ya inerte cuerpo del lugarteniente mientras éste se volvía de un color blanquecino. Kronh no le vio la cara, pero algo le decía que no era humano.

- Antes de que desenfundes tu espada - Habló el extraño ser - danos unos segundos. Déjanos decirte algo. No hemos venido a hacerte daño, al menos en un principio. Que hayamos llegado hasta la misma puerta de tu casa debería ser razón suficiente para que nuestras palabras calen hondo en tí y pienses mucho tu próxima elección. Te preguntarás qué ha pasado. Bien, te lo contaremos. Los truenos que escuchaste inyectaron la muerte en tus hombres. Pero no debes preocuparte ya por ellos, la muerte les tratará bien en el camino hacia la otra vida. A unos mejor que a otros, ciertamente.

En cuanto a nosotros, no sabrás quienes somos. No debes saberlo, al menos hasta que hagas tu elección. Los nombres llevan a equívocos, a hacer juicios de valor sin tener los datos necesarios. Los nuestros son algo más que simples nombres, en concreto, actúan como llave para acceder al último infierno, más allá del purgatorio. Un infierno con apenas un puñado de almas, pues son muy pocas las que han cometido tantas atrocidades como para merecerlo. Un infierno con seres tan malignos que vuestra primitiva mente se volvería loca al conocerlos. Aquel que accede, sufrirá los peores tormentos por toda la eternidad. Sin redención ni descanso. Sin piedad.

Sin embargo, sí te diré lo que somos. Somos aquellos atormentados por nuestras cadenas. Impuros, contaminados y rechazados por todos. Antaño, Nuestras almas fueron tan oscuras que no había lugar que pudiésemos ocupar en el purgatorio. Cada día que pasamos, es como un año de tortura para vosotros, y sólo logramos apaciguar el dolor intentando que otros no sigan nuestro camino.

Por contra, nosotros sí sabemos quién eres y también sabemos cómo todo aquel que oye tu nombre se encoge de miedo. Matas a todo aquel que no te interesa para tus planes, ya sea hombre, mujer o niño, y lo peor de todo es que presumes de ello. Has creado un ejército de asesinos, pues no son otra cosa, y destrozas familias como quién rompe un mondadientes. Algo así no puede permitirse.
Has mordido más de lo que podías masticar, comandante Kronh. Y has conseguido algo que deberías haber evitado. Llamar nuestra atención.-


El comandante permanecía inmóvil. Una gota de sudor frío caía por su sien.
¿cómo sabía ese ser quién era? ¿Cómo había llegado hasta allí? Debía estar enloqueciendo, pues creía estar escuchando distintas voces. Obviamente no estaba sólo, pues hablaba en plural. Sus compañeros debían estar fuera, pues era imposible que alguien llegase hasta donde él había llegado sin ayuda.
Quizá podría acabar con ese ser si era lo bastante rápido con la espada, pero no sabía que había allí fuera. Seguía sin escuchar nada y no se encontraba en el mejor estado para hacer frente a varios adversarios tan capaces como aquellos. Quizá si no hacía ruido al ejecut..

- Cuidado comandante. Cuidado. - Ahora era una voz más aguda y sarcástica la que interrumpió sus pensamientos, Y se estremeció - Como dijimos al entrar, nuestra intención no es hacerte daño. Queremos que hagas algo. Queremos que recojas tus cosas y te marches. Da igual la dirección, pero márchate. Queremos que, por cada taberna que pases, por cada pueblo, por cada caravana que veas, prediques con lo que deberías haber aprendido con ésto. Tu vida puede ser perdonada. Y lo será si tú condenas tus pecados y les haces ver a los que son como tú que ese no es el camino. ¿cómo lo llamáis vosotros? ¿Predicar? No estamos seguros..

Bien es cierto que se reirán de ti, las mofas te harán daño, más que las piedras incluso. Es posible que aprovechen la confusión que les causarás para matarte, pero incluso la más terrible de las muertes será mejor que la otra opción si no cumples nuestra petición. Queremos que repartas tus riquezas entre los pueblos que has devastado, empezando por el que tenemos a la espalda. Darás a cada ciudadano una moneda de oro y pedirás disculpas uno por uno. Te arrastrarás entre tu destrozado orgullo y el temor que ahora causas se convertirá en vergüenza.

Ese es el trato. Elige bien, pues nuestro tiempo es muy valioso y limitado y no hay segundas oportunidades.

El fornido comandante intento verle los ojos, y lo que vió le inmovilizó. No tenía ojos, en su lugar había... nada... era imposible de explicar... era borroso.. indescriptible.. Krohn no pudo luchar contra su miedo y un violento pensamiento le cruzó la mente.

Antes de que pudiese siquiera echar mano a su espada y, como si el extraño ser leyese su mente, se encontró a la fantasmal figura pasando a su lado. Notó como su vida se apagaba sin haber notado ataque alguno, y antes de que Krohn exalara su último aliento, la figura se paró y aún de espaldas, le susurró unas últimas palabras...

- Mi nombre es.. Legión...

domingo, 8 de enero de 2012

LEELO, ES GRACIOSO!!! (4/4 FINAL)

from: inyourdreamsh@hotmail.com
to: littlegirl_15@gmail.com
date: 7 January 2012 09:35
subject: LEELO, ES GRACIOSO!!! (4/4 FINAL)


Con internet todo es más sencillo. Tenemos acceso a videos de todo tipo, de terror, graciosos, que te hacen llorar... la verdad es que todo lo que queramos ver lo tenemos en la red. Los que más me gustan a mi son los videos que tienen truco y que te dejan con la boca abierta.

Trucos puede haber mucho. Nuestra imaginación hace posible que nos podamos sorprender con cualquier cosa. También es curioso que podemos pasar muchas de esas cosas por alto si no nos las dicen. Nos quedamos con cara de tontos cuando nos explican en que consistía tal video y que nosotros no hayamos visto nada.

Así por ejemplo, tenemos el video ese de dos equipos, con camisetas de diferente color, pasándose unas pelotas entre ellos. Tenemos que estar atentos pues debemos contar cuantas veces se pasa el balón uno de los equipos.

He de decir que eso es sencillo, nos concentramos en esa tarea y ponemos nuestro empeño en no pasar ninguna pelota por alto, algo que, como digo, se consigue con no mucha dificultad.

Conseguido ésto, ya sea tras haber contabilizado 3, 18 o 100 pases, el video sigue y te comenta que si has visto el chico vestido de mono con camiseta amarilla pasar entre medias de los dos equipos.

-Meterme yo entre los equipos y que no me viesen ya sería dificil- pensarás, así que no haber advertido un mono con camiseta amarilla en medio de todos los chavales pasándose la pelota, sería de traca. ¿Piensas que es imposible? Mira el video de nuevo.

Estas cosas nunca dejan de sorprenderme. Como el cerebro es capaz de jugárnosla así y no ser capaz de advertir hechos que tienes delante de las narices. Sí, vale, es un mono en una pantalla, pero ¿qué pasará cuando estés en peligro y te suceda lo mismo?

Noches en vela se han pasado muchas personas dándole vueltas a puzzles, trucos, adivinanzas, juegos y demás cosas que vemos en los videos y que, una vez resueltos, son lo más sencillo del mundo. Pero claro, hay que estar atentos, ser muy avispado y, todo hay que decirlo, tener las luces suficientes.

Bajo el disfraz de juegos se pueden esconder muchos estudios que sirven para descubrir como funcionamos por dentro, como reaccionamos a situaciones que no son normales del día a día, aunque la mayoría de juegos no dejan de ser eso, juegos.

Tu no sé si tendrás alguna favorito. A mi me encanta la broma de guiar el puntero del ratón por unos caminos cada vez más estrechos que hacen que tengas que estar completamente concentrado en no desviar el puntero un milímetro más de lo que hace falta para que no se salga y tengas que volver a empezar. Cuando menos te lo esperas, ¡BUM! una cara horrenda y un grito desgarrador te sorprenden en la pantalla. Espeluznante y gracioso a la vez para la persona que te está viendo.

Cama. Creo que va siendo hora ya de marchar a dormir, ¿verdad?
Supongo que estarías absorta en este correo buscando la parte graciosa que reza el título, ¿verdad? Al fin y al cabo, después de cuatro correos en los que creo haberte entretenido, no podría dejarte sin el juego final. Como te dije en anteriores correos, para sorprender o asustar a alguien, siempre debe haber un punto de maldad en otra persona, en la encargada de realizarlo. El problema puede venir con las intenciones de esa persona y su nivel de maldad.
Pero basta de charla, estoy cansado y quiero terminar ya con ésto. Con la primera palabra de cada párrafo encontrarás la gracia de este juego.

Hasta ahora!

lunes, 2 de enero de 2012

Eterna juventud

Llevaba toda mi vida buscando la fuente de la inmortalidad. Toda mi vida.
Ya la buscaba siendo un crío. Mis padres me llevaban con ellos a recorrer el mundo en su búsqueda. No la encontraron, y murieron, claro, tenían cerca de los 80 años.

Unos manuscritos, unos descubrimientos que hice hace tiempo me trajeron a sudamérica. Creía que tenía por fin la pista que me llevaría ante la fuente. Invertí todo mi dinero, que ya no era mucho, y todas mis posesiones en preparar esa expedición.

Mis padres no habrían querido que hiciese lo que hice, pero ¿y qué? están muertos. Ellos eran altruistas, pero yo aspiraba a mucho más. Ser inmortal está bien, pero ser inmortal y condenadamente rico y poderoso está mejor aún. Cuando encontramos por fin la fuente de la eterna juventud sólo quedábamos 4 personas de las 14 que empezamos la expedición. La jungla tiene muchos peligros, claro, y el veneno en sus cantimploras, más.

Una vez delante de la fuente, y aún extasiados por encontrarnos en esa situación, era hora de poner en marcha la segunda parte de mi plan. Saqué mi revolver y maté a mis acompañantes. ¿Por qué compartir algo como aquello? Yo sería inmortal, y compartiría el fruto de esa fuente con cualquiera que pudiese pagar el exagerado precio que pondría a cada botellita de agua de ese tesoro. Nadie sabría jamás la localización de aquello.

Yo bebí, claro. Y soy inmortal. Puedo asegurar que lo soy. Realmente, no sé qué me podría matar. Supongo que si algo me despedazase o me cortase la cabeza, sería mi fin. El problema es que eso no pasará. Confié en que sabría encontrar el camino de vuelta, pero no fue así. Me perdí.

No debía pasar por esa zona pantanosa. Y ahora aquí me encuentro.
No puedo respirar. Los pulmones me estallan, me arden, estoy retorciéndome de dolor mientras pienso esto. ¡Maldita fuente! No puedo morir, y me espera una eternidad de angustiosa inmovilidad debajo de estas arenas movedizas.